Los nervios estaban a flor de piel en el
despacho del director de la Duxa Limited.
Después de dos horas de discusiones se
encontraban irritados, agotados, sin rumbo que tomar. Marcy ya no aguantaba más
y había estallado.
Tuvo la tentación de lanzarle una batería
de reproches a su ex marido, incluso a Raúl, pero se contuvo.
No era posible que después de todo lo que
había luchado, aquel muerto metido en el depósito fuera a echarlo todo por
tierra.
No iba a consentirlo.
Miró a la cara al enólogo.
–¿Está todavía en el depósito?
–Sí, y la nave cerrada, como lo dejamos el
otro día.
–Pues ahí se va a quedar –dijo Marcy, con
tal determinación que todos volvieron su vista hacia ella, sorprendidos.
Nadie dijo nada, y ella volvió a hablar.
–A ver…, ya está muerto, ¿no? No va a
volver a la vida. Si destapamos esto lo único que va a pasar es que se nos va a
venir encima un buen escandalazo. Mal para ti –dijo mirando a Manele–, y mal
para todos.
En la nave vieja de la explotación vinícola
había quedado un hombre muerto, asesinado, metido en una cuba anticuada, y
cerrado como si fuera en un bote de conservas.
En la propiedad de su ex marido con el que pensaba meterse en negocios y
que también era padre de sus hijos.
Y los daños colaterales, si se destapaba el
escándalo, serían para la Duxa, la compañía que estaba recuperándose del
capítulo más negro de su historia, el incendio de su sede, el Zeol, el
magnífico Zeol Center. La compañía de la que era directivo su pareja y en la
que ella trabajaba.
Había luchado mucho, había sufrido mucho.
Tenía derecho a defenderse.
Se mantuvo en silencio unos segundos y miró
en dirección al edificio en construcción, el Nuevo Zeol.
–Esto se va a quedar entre nosotros. Cuando
se descubra, si es que se descubre, que lo investiguen. Nosotros no tenemos
nada que ver.
Miró a su amigo el enólogo y después a los
demás con absoluta seguridad en sus palabras.
–Cuando regreséis a la finca abrís la
puerta de la nave vieja y colocáis la llave en su sitio y que todo quede como
antes, ¿vale?
Los otros la observaban muy atentos.
–Ese tío se va a quedar ahí, que se pudra,
que no paró de hacer daño en toda su vida. Seguiremos adelante. Yo…, tendré que visitar a un amigo.
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