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lunes, 17 de agosto de 2015

Marcy (211)




Los nervios estaban a flor de piel en el despacho del director de la Duxa Limited.
Después de dos horas de discusiones se encontraban irritados, agotados, sin rumbo que tomar. Marcy ya no aguantaba más y había estallado.
Tuvo la tentación de lanzarle una batería de reproches a su ex marido, incluso a Raúl, pero se contuvo.
No era posible que después de todo lo que había luchado, aquel muerto metido en el depósito fuera a echarlo todo por tierra.
No iba a consentirlo.
Miró a la cara al enólogo.
–¿Está todavía en el depósito?
–Sí, y la nave cerrada, como lo dejamos el otro día.
–Pues ahí se va a quedar –dijo Marcy, con tal determinación que todos volvieron su vista hacia ella, sorprendidos.
Nadie dijo nada, y ella volvió a hablar.
–A ver…, ya está muerto, ¿no? No va a volver a la vida. Si destapamos esto lo único que va a pasar es que se nos va a venir encima un buen escandalazo. Mal para ti –dijo mirando a Manele–, y mal para todos.
En la nave vieja de la explotación vinícola había quedado un hombre muerto, asesinado, metido en una cuba anticuada, y cerrado como si fuera en un bote de conservas.  En la propiedad de su ex marido con el que pensaba meterse en negocios y que también era padre de sus hijos.
Y los daños colaterales, si se destapaba el escándalo, serían para la Duxa, la compañía que estaba recuperándose del capítulo más negro de su historia, el incendio de su sede, el Zeol, el magnífico Zeol Center. La compañía de la que era directivo su pareja y en la que ella trabajaba.
Había luchado mucho, había sufrido mucho. Tenía derecho a defenderse.
Se mantuvo en silencio unos segundos y miró en dirección al edificio en construcción, el Nuevo Zeol.
–Esto se va a quedar entre nosotros. Cuando se descubra, si es que se descubre, que lo investiguen. Nosotros no tenemos nada que ver.
Miró a su amigo el enólogo y después a los demás con absoluta seguridad en sus palabras.
–Cuando regreséis a la finca abrís la puerta de la nave vieja y colocáis la llave en su sitio y que todo quede como antes, ¿vale?
Los otros la observaban muy atentos.
–Ese tío se va a quedar ahí, que se pudra, que no paró de hacer daño en toda su vida. Seguiremos adelante. Yo…, tendré que visitar a un amigo.

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