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lunes, 9 de septiembre de 2013

Marcy (111)


–Marcy, ¿sabes que nos llamó Manele para montar una cena como aquellas de antes? –le dijo Laura, en la guardería, mientras esperaba que su hija hiciera sus ejercicios–. Está pensando en el bar de Pancho. Por mí genial, ahora que las cosas parece que vuelven a su cauce…
Se estaba refiriendo a la reconciliación entre Isabel y Román.
–También puede haber una nueva oportunidad para vosotros, mujer. Las parejas pasamos rachas muy malas, pero si hay amor todo vuelve a resurgir, ocurre muchas veces. La chispa se enciende otra vez si los dos quieren.
Ya no era la primera vez que Laura le daba el tostón con lo mismo. Y eso que sabía que Marcy no iba a hacer ningún caso.
Según le contó, Lucas estaba emocionado con la celebración, por completo informal, sólo en calidad de amigos, nada que ver con negocios.
Marcy aprovechó para echarle el anzuelo, por si soltaba algo.
–Pues le oí decir a Lucas en la fiesta de Román que ellos han vuelto a sus negocios. A ver si sale todo bien esta vez… Lo llevan con mucha prudencia, ¿no?
–Ya sabes cómo es ese mundo, Marcy, si la cosa se airea sale mal, y más teniendo en cuenta los problemas que tuvieron. Román, que es el que dirige, está mucho mejor. El que me preocupa es Manele.
–¿Preocuparte a ti?
–Sí, dice Lucas que si Manele se pone nervioso puede dar al traste con todo, y sería una pena; por eso si os reconciliáis y todo vuelve a ser como antes…, pues mucho mejor para el negocio. Por favor, hazme caso.
Frecuentaba a Laura y a Lucas casi a diario, en la guardería, donde llevaban a la niña a hacer la terapia con Arcadia. Pero se había equivocado dando tantas confianzas a sus amigos en el jardín de infancia. Ya no era la primera vez que se encontraba a Laura saliendo de la oficina, que estaba al fondo del pasillo, al lado de la cocina, como si fuera su propia casa. La otra se disculpaba diciendo que había ido a tomar un refresco de la nevera, o a coger una pieza de fruta, pero a Marcy no le agradaba que se tomara tanta libertad.
Desde el accidente de su hija, Laura le había dicho que tenía que tomar medicación para mantenerse animada y poder dormir. Estaba nerviosa, obsesionada con ganar mucho dinero para comprar una casa de planta baja con jardín, adaptada para minusválidos, para que su hija pudiera moverse con facilidad en su silla de ruedas.
Y también quería ganar mucho dinero para que le quedara a su hija por si ellos faltaban. Decía que ya que ella había causado la desgracia, ella tenía que repararla.
Pero Marcy no tenía el más mínimo interés en ningún negocio, que ellos hicieran lo que les pareciera, porque ella prefería mantenerse al margen.

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