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lunes, 13 de enero de 2014

Marcy (129)



Al poco de la marcha de Manele recibió una llamada de Sonia indicándole que viajaría a Greda, a pasar el fin de semana, y que quería verla.
Quedaron en el mismo bar, ya conocido por las dos, y allí la nórdica le comunicó su angustia. No tenía a nadie en quien confiar, susurró al oído de Marcy, a bocajarro.
–Corro peligro de perderlo todo por culpa de Manele, estoy desesperada– le dijo en cuanto tomaron asiento en una de las mesitas redondas ante unas tazas de té.
Encontró a la joven decaída, como no la había visto nunca, hablaba en tono bajo, algo ronco, nada habitual en ella.
–Usted me había pedido que me informara, menos mal que me avisa, señora.  Manele y yo habíamos realizado unas transacciones, que resultaran ilegales…
La zozobra terminó por quebrarle la voz hasta volverla casi inaudible.
–Y ahora la Brigada de Delitos Monetarios me tiene en el punto de mira. He buscado un letrado para mi cuenta. Me amenazaron con extraditarme si salgo condenada en un delito así.
–A ver, no te alarmes tanto, no será tan grave…, seguro que habrá manera de aclarar todo eso. Manele es muy espabilado, bien lo sabes tú –contestó Marcy con ligereza.
Siempre había sospechado que Manele y la rubia platino habían estado liados.
La nórdica se lo confirmó así, sín más.
–No quiero engaños por más tiempo, Marcy. Yo tuve algo con él hace mucho, cuando entré en la compañía, usted tenía la razón de tenerme manía. Le pido perdón por aquello, Marcy, porque usted es una buena persona.
–Eso es agua pasada, Sonia. Ahora creo que la relación con él te perjudica más que otra cosa, ¿no?
Marcy tuvo que reconocer una secreta satisfacción por lo que le estaba ocurriendo a Sonia. No es que se llegara a disgustar por enterarse de aquella relación, pero saboreó la venganza. “Te lo tienes merecido, por caza maridos”.
La joven continuó su relato, parecía que la confesión de aquel romance pasado le había dado más confianza al ver la buena reacción de Marcy.
–He estado investigando por mi cuenta, revisando los contratos hechos con inversionistas muy bien situados, grandes fortunas, gente famosa y rica. Todos andan detrás de Manele para que invierta sus capitales. Se va corriendo entre ellos que multiplica las ganancias como nadie.
Se interrumpió para tomar un sorbo de té y mordisquear una pasta que tomó de un platillo, cortesía del bar.
–Hasta ahora todo muy bien, pero desde que los sabuesos de la Brigada andan detrás nuestro, yo estoy muy preocupada; él sabe cómo es, que no se asusta de nada y no le afecta.
Marcy le preguntó a la chica por la relación entre Manele y el subdirector.
–Son almas gemelas, Marcy. ¿Por qué cree que el director los envía juntos a Brexals? Se apoyan entre sí en todo, y la Unidad Internacional va muy bien, pero muy bien.
Marcy no le dijo nada de su conversación con el director, para no alarmarla aun más.
–No sé por qué a mí me envió con ellos… De vez en cuando el director solicita algún informe particular y yo se lo elaboro. ¡Como se entere de este asunto de las inversiones de riesgo!
Las dos mujeres estaban reunidas como tantas otras, a tomar algo en un café. Pero en este caso no para hablar de su casa, ni de sus hijos, ni de cómo estaba el servicio, sino para compartir asuntos financieros que las afectaban como ejecutivas de alto nivel.
Y en ese momento, Marcy, al darse cuenta de ello, sintió cierta añoranza por aquella vida que tuvo una vez, simple, libre de toda responsabilidad.

Sonia se caló unas enormes gafas de sol que le cubrían media cara y se levantó, miró a ambos lados como si temiera que la estuvieran vigilando, y se despidió de sopetón dejando a Marcy, perpleja, sentada en la silla, sin acertar a saber si tenía que tomarse en serio lo que acababa de escuchar.

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