El prestigio de Marcy crecía más cada día
en Lank Corporate.
El gerente tenía muy buenas referencias de
ella, a buen seguro, porque apenas había pasado un mes de su ingreso cuando
propuso a Marcy la creación de proyectos para la Oficina de Ayuda Humanitaria
Internacional. Durante aquel verano la hambruna y las enfermedades asolaron el
continente negro y la oficina iba a destinar gran cantidad de recursos para la
provisión de agua, alimentos y ayuda médica para las áreas más deprimidas.
Centenares de miles de seres humanos
azotados por la sequía, el hambre, las enfermedades y las guerras civiles iban
a beneficiarse de aquellos fondos y ella iba a tener una ocasión única para
colaborar. Tendría que viajar a Brexals, la capital de La Unión, para coordinarse
con la oficina, acompañada de su equipo, y habría que desarrollar unos buenos
proyectos para competir con otras empresas y llevarse los contratos para Lank
Corporate.
Inició el esfuerzo con decisión y en varias
reuniones el team tenía varios documentos elaborados, bien diseñados y
coordinados. Los presentaron a la Oficina de Ayuda a la espera de resultados,
con la expectativa de un desenlace favorable.
Embarcada en su trabajo tenía que hacer
juegos malabares para atender a los niños y seguir algo pendiente de Arcadia,
pero estaba haciendo aquel último año lo que no había hecho en los últimos diez
y se sentía satisfecha de sí misma como nunca lo había estado.
Tenía a Nacho admirado por su capacidad
para desenvolver tanta actividad y él le auguraba grandes avances en la
compañía, le dijo que pronto sería candidata a desarrollo. Contaba con menos
tiempo para pasarlo con él en su despacho, donde antes departían en ratos
perdidos, pero aun quedaba algún momento de confidencias, tomándose una bebida
refrescante o fumando un cigarrillo.
Ella no pudo resistir, en un descanso de
aquellos, su curiosidad por aclarar el asunto de los documentos encontrados en
el fax de Nacho. Con la mayor
naturalidad preguntó por ello.
–Nacho, por cierto, hace unos días que vine
a poner un fax a tu despacho y vi que tenías alguno que provenía de Brexals,
del subdirector de la Duxa. No sabía que tuvieras alguna relación con ellos.
Nacho pareció algo molesto.
–¿Eh? Habrá sido alguna comunicación sobre
legislación de La Unión, pertenecemos los dos a la misma asociación profesional
y me suele mandar actualizaciones legales.
Descontenta con las palabras de su amigo,
Marcy le habló con toda franqueza.
–No era ningún tema legal, Nacho. Era una
relación detallada de las actividades de la Duxa dirigida a ti. Eso no lo
concibo.
Le miró a los ojos solicitándole, sin
decirlo, más aclaraciones.
–Oye, maja, no sé si serás algo
entrometida.
Nacho se veía incomodo, desvió la mirada y
meneó la cabeza en un gesto negativo.
–Pero… ¿qué te piensas que son los
negocios, guapita? Ahora sí que me doy cuenta de que eres nueva en esto.
–¿Qué me quieres decir? –inquirió ella
fijando los ojos en él.
–¡Anda! Que para medrar, maja, tienes que
saberlo todo, de la manera que sea, para ir por delante, a cualquier precio
–dijo devolviéndole la mirada con firmeza.
–Pero Nacho, eso no es correcto, ni
siquiera es legal, va contra la leal competencia.
Marcy parecía estar leyendo uno de sus
libros de texto.
–¿Qué me estás dando, lecciones? Acabas de
llegar, oye, y no puedes decir que no te haya ayudado en todo lo que he podido.
–Y te estoy muy agradecida, Nacho.
Ella estaba seria, con cara de palo, se
sentía decepcionada de su amigo.
–No me lo parece. Te metes aquí en mi
despacho a mirar lo que no te interesa y me pides explicaciones… Lo correcto es apoyarse el uno al otro, hoy
por ti y mañana por mí, ¿de acuerdo? Eso es lealtad entre colegas.
–Te lo reconozco, Nacho, todo lo que me
ayudas, pero la verdad que no me esperaba que tu manera de trabajar fuera así.
–Es lo que es, guapetona, es parte de mi
trabajo y de mi éxito en esta compañía. Si no lo hiciera, a pudrirme en una
oficina del entresuelo, ¡ja!, ¡ja!
Nacho había levantado la voz, por primera
vez ante ella.
–Lo siento, siento mucho que sea así –protestó
Marcy en tono bajo.
–¡Para, para! prepárate para lo tuyo, ¿eh?
que habrá para todos… Y de esto ni una palabra o me meterás en problemas.
Ella mantuvo silencio fingiendo que
observaba, a través de la ventana, el ancho panorama de Greda que se extendía a
sus pies. Nacho cambió el giro de la conversación.
–Vamos a pensar que esto fue un sueño y nos
hemos despertado, ¿eh, compañera?
El ejecutivo recuperó su acostumbrado aire
jovial y cada cual volvió a sus quehaceres de aquella jornada como si nada
hubiera pasado.
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