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lunes, 20 de enero de 2014

Marcy (130)


El prestigio de Marcy crecía más cada día en Lank Corporate.
El gerente tenía muy buenas referencias de ella, a buen seguro, porque apenas había pasado un mes de su ingreso cuando propuso a Marcy la creación de proyectos para la Oficina de Ayuda Humanitaria Internacional. Durante aquel verano la hambruna y las enfermedades asolaron el continente negro y la oficina iba a destinar gran cantidad de recursos para la provisión de agua, alimentos y ayuda médica para las áreas más deprimidas.
Centenares de miles de seres humanos azotados por la sequía, el hambre, las enfermedades y las guerras civiles iban a beneficiarse de aquellos fondos y ella iba a tener una ocasión única para colaborar. Tendría que viajar a Brexals, la capital de La Unión, para coordinarse con la oficina, acompañada de su equipo, y habría que desarrollar unos buenos proyectos para competir con otras empresas y llevarse los contratos para Lank Corporate.
Inició el esfuerzo con decisión y en varias reuniones el team tenía varios documentos elaborados, bien diseñados y coordinados. Los presentaron a la Oficina de Ayuda a la espera de resultados, con la expectativa de un desenlace favorable.
Embarcada en su trabajo tenía que hacer juegos malabares para atender a los niños y seguir algo pendiente de Arcadia, pero estaba haciendo aquel último año lo que no había hecho en los últimos diez y se sentía satisfecha de sí misma como nunca lo había estado.
Tenía a Nacho admirado por su capacidad para desenvolver tanta actividad y él le auguraba grandes avances en la compañía, le dijo que pronto sería candidata a desarrollo. Contaba con menos tiempo para pasarlo con él en su despacho, donde antes departían en ratos perdidos, pero aun quedaba algún momento de confidencias, tomándose una bebida refrescante o fumando un cigarrillo.
Ella no pudo resistir, en un descanso de aquellos, su curiosidad por aclarar el asunto de los documentos encontrados en el fax de Nacho.  Con la mayor naturalidad preguntó por ello.
–Nacho, por cierto, hace unos días que vine a poner un fax a tu despacho y vi que tenías alguno que provenía de Brexals, del subdirector de la Duxa. No sabía que tuvieras alguna relación con ellos.
Nacho pareció algo molesto.
–¿Eh? Habrá sido alguna comunicación sobre legislación de La Unión, pertenecemos los dos a la misma asociación profesional y me suele mandar actualizaciones legales.
Descontenta con las palabras de su amigo, Marcy le habló con toda franqueza.
–No era ningún tema legal, Nacho. Era una relación detallada de las actividades de la Duxa dirigida a ti. Eso no lo concibo.
Le miró a los ojos solicitándole, sin decirlo, más aclaraciones.
–Oye, maja, no sé si serás algo entrometida.
Nacho se veía incomodo, desvió la mirada y meneó la cabeza en un gesto negativo.
–Pero… ¿qué te piensas que son los negocios, guapita? Ahora sí que me doy cuenta de que eres nueva en esto.
–¿Qué me quieres decir? –inquirió ella fijando los ojos en él.
–¡Anda! Que para medrar, maja, tienes que saberlo todo, de la manera que sea, para ir por delante, a cualquier precio –dijo devolviéndole la mirada con firmeza.
–Pero Nacho, eso no es correcto, ni siquiera es legal, va contra la leal competencia.
Marcy parecía estar leyendo uno de sus libros de texto.
–¿Qué me estás dando, lecciones? Acabas de llegar, oye, y no puedes decir que no te haya ayudado en todo lo que he podido.
–Y te estoy muy agradecida, Nacho.
Ella estaba seria, con cara de palo, se sentía decepcionada de su amigo.
–No me lo parece. Te metes aquí en mi despacho a mirar lo que no te interesa y me pides explicaciones…  Lo correcto es apoyarse el uno al otro, hoy por ti y mañana por mí, ¿de acuerdo? Eso es lealtad entre colegas.
–Te lo reconozco, Nacho, todo lo que me ayudas, pero la verdad que no me esperaba que tu manera de trabajar fuera así.
–Es lo que es, guapetona, es parte de mi trabajo y de mi éxito en esta compañía. Si no lo hiciera, a pudrirme en una oficina del entresuelo, ¡ja!, ¡ja!
Nacho había levantado la voz, por primera vez ante ella.
–Lo siento, siento mucho que sea así –protestó Marcy en tono bajo.
–¡Para, para! prepárate para lo tuyo, ¿eh? que habrá para todos… Y de esto ni una palabra o me meterás en problemas.
Ella mantuvo silencio fingiendo que observaba, a través de la ventana, el ancho panorama de Greda que se extendía a sus pies. Nacho cambió el giro de la conversación.
–Vamos a pensar que esto fue un sueño y nos hemos despertado, ¿eh, compañera?

El ejecutivo recuperó su acostumbrado aire jovial y cada cual volvió a sus quehaceres de aquella jornada como si nada hubiera pasado.

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