Llamó por el interfono a Raúl.
–Ven a mi despacho, tengo que enseñarte
algo.
La frase le salió sin querer.
–Mmmm…, eso me suena bien. Voy para allá.
–Creo que no es lo que te imaginas.
La pareja examinó el plano desplegado sobre
la mesa de Marcy.
–Es el Zeol, sin duda, me lo conozco bien.
Los tres cilindros unidos, algo más ancho en la base, el proyector cónico...
¿Qué hará esto aquí?
Miró a Marcy a la cara.
–Esto va a tener que ver con el incendio.
Ella le señaló las marcas rojas.
–Esa es la planta donde se declararon las
llamas. ¿Tienes una lupa por ahí? Los números son enanos.
Ella extendió el flexo fijado a la mesa que
tenía en el centro una lente en forma de disco. Él miró a su través.
–Lo que me llama la atención…–dijo él,
interrumpiéndose.
–…es que las señales rojas marcan la
entrada, los pasillos y los despachos de la planta veintitrés.
El señaló con el dedo la planta veintidós.
–¿Ves ésta zona que está en blanco? Esa es
la cámara de seguridad y esta columna vacía que arranca desde el suelo es el ascensor
exclusivo para la veintidós. Un ascensor a prueba de catástrofes. Para acceder
a esa planta en caso de emergencia. Fue por donde entramos el día del incendio.
–Estos planos tienen que ser muy secretos,
¿no?
–Lo son, los originales son tres y sólo los
tenemos el arquitecto, el subdirector y yo. Esto es una copia. Sólo se hizo una
copia de los planos, porque la pidió el subdirector, para su uso personal.
–Pero Román fue el arquitecto, él pudo dar
la información –dijo ella.
–No lo creo. Esto parece muy reciente,
después del accidente de Román. Pienso que él no ha intervenido para nada. Esto
debe ser cosa de su padre.
Marcy quedó pensativa unos segundos antes
de lanzar una conjetura.
–Estoy entendiendo que aquí se celebró
alguna reunión para planificar el sabotaje del Zeol. Pero no comprendo porqué,
si se sabía dónde estaba el punto crítico de máximo valor del edificio…, porqué
están las marcas en el piso de arriba.
El director de la Duxa se encogió de
hombros.
–A no ser que el que lo sabía y estaba
dando toda la información, a última hora cambiara de parecer y diera el número
de planta erróneo, para salvar lo más importante.
–¿Por qué iba a hacer algo así, Raúl?
–No lo sé, querida, no lo sé. Después de
todo, ya no importa. Nuestro negocio está a salvo y el Nuevo Zeol ya tiene los
cimientos echados. Los seguros nos están financiando sin problemas. Mejor no
revolver.
Marcy plegó con cuidado los planos y lo
guardó en un cajón.
–Tienes toda la razón.
–Pero si eso fue así, alguien está
corriendo mucho peligro.
–Querido, me estás dando miedo.
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