Se encontraban recorriendo los últimos
metros antes de detenerse en la puerta de la casona, cuando ya los niños se
revolvían nerviosos por salir a abrazar a su padre. Lanzó una ojeada a la
finca, tan bella, con sus viñedos ordenados en una geometría interminable,
escoltando a la casa y las naves anejas.
Manele y el enólogo estaban en el porche
delantero recogiendo el material. Acababan de terminar las tareas de la
jornada.
Antes de descender del coche se unieron a
ellos la cocinera y la abuela, ansiosas por ver a los niños. Había empezado a
llover con fuerza.
Los pequeños bajaron del coche a carrera
limpia y se lanzaron al padre, el cual los sujetó con fuerza unos segundos.
–Hijos, si huelo a tigre, estoy todo sudado
–dijo, apartándoles.
Los cogió de la mano y los llevó a saludar
a las señoras.
Marcy ya había hecho lo propio y el enólogo
y Raúl se dieron la mano.
–Estamos acabando la poda y los
tratamientos.
Manele se volvió y dio dos besos a Marcy,
después le presentó la mano tendida al que fuera su jefe.
–Hola Raúl, me alegro. Pasar antes de que
nos cale esta humedad.
Fueron entrando a la casa, salvo los niños
que quisieron ir a la casa de sus amiguitos, que ya esperaban por ellos, sin
perder más tiempo.
El suelo del vestíbulo estaba
resplandeciente de limpieza, olía a lavanda natural que estaba colocada en un
jarrón, recién cortada, acompañando a las plantas colgantes de siempre.
Dejaron las ropas de abrigo, mojadas, en un
perchero.
Las mujeres mayores se fueron en dirección
a la cocina. Aún quedaba un buen rato para la cena.
–Si no venís muy cansados –dijo Manele–,
podemos dar una vuelta por la bodega, Raúl no la conoce.
Les señaló unos gabanes secos y les invitó
a ponérselos.
Salieron los tres por una puerta lateral de
la vivienda en dirección a las naves.
Marcy miró interrogante a Raúl y después
preguntó por el subdirector.
–Se fue unos días de vacaciones –respondió
Manele.
Entraron al edificio de más tamaño donde se
encontraban las instalaciones principales de la bodega con las grandes cubas de
fermentación renovadas desde hacía poco tiempo, modernas, metálicas, dotadas
con tecnología de última generación.
–¿Qué has hecho de los depósitos antiguos?
–preguntó Marcy.
–Los hemos trasladado a la nave vieja, por
si alguna vez hacen falta.
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