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martes, 20 de noviembre de 2012

Marcy (69)


Al día siguiente fue Manele quien llevó a los niños al colegio, de paso hacia su trabajo, y ella pasó en su casa el día entero. Aquella era una de las tardes en que él se quedaba al partido de squash con García.
Llamó por teléfono al club deportivo y preguntó.
–Soy la esposa de don Manuel, quiero saber si está ahí mi marido, es un asunto urgente, señorita, pero a él no le diga nada, por favor.
–Perdone un momento.
Esperó un minuto, hasta que volvió a oír a la empleada; a Marcy le pareció por la voz que estaba nerviosa.
–Mmm..., sí señora, no se preocupe, está jugando su partido habitual.
–Gracias, disculpe, es un tema familiar..., no le diga que he llamado, se lo ruego, yo se lo diré cuando vuelva a casa.
Procuró mantener la entereza, pero en cuanto colgó se vino abajo.
“¿No se preocupe? ¡Pero cómo que no me preocupe!”
Seguro que la zorra que le había dado el chivatazo no se había equivocado, no. Seguro que sabía que aquella mujer del jacuzzi no era ella, su esposa. Estaba siendo el hazmerreír de la compañía, todo el mundo lo sabía menos ella.
Estaría en boca de todos, en los chismorreos de la compañía.
Manele regresó tarde y ya estaban acostados los niños.
–Voy a ducharme que no me dio tiempo. Uff,..., ¡Estoy reventado!
Dejó su bolsa de deporte a la entrada, se desnudó en la habitación y se metió en el cuarto de baño.
Entretanto Marcy se lanzó como una posesa a hurgar en la bolsa. La ropa deportiva estaba seca y olía a suavizante, no la había usado. La metió en la bolsa y la cerró.
Manele salió pronto de la ducha, con su albornoz encima, cogió la bolsa y metió la ropa en la lavadora como solía hacer.
–¿Qué hay por ahí para cenar? –dijo despreocupado.
La comida ya estaba preparada y servida en los platos.
–Qué bien, verdura, hay que mantenerse en forma.
Se dio unas palmadas en su tripa y comenzó a comer.
–¡Qué tal hoy el squash? –preguntó Marcy como al descuido.
–Estupendamente –respondió él–, gané yo.
Marcy se atragantó con un trozo de comida y tosió una barbaridad, a punto de vomitar.
Estaba roja de rabia.
–Te han visto con una en el jacuzzi, no me lo niegues.
–Pero qué dices mujer, tú no estás bien –respondió él tan pancho.
Se repantigó hacia atrás en la silla y se paso la mano por el pelo.
–No me lo niegues –repitió ella en voz más alta.
–Si crees a cualquiera antes que a mí...
Ella le dijo que la esposa de un empleado le había visto con una en el jacuzzi.
–Dime quién es esa metomentodo. ¡Fíjate qué bruja! Se habrá confundido con García, solemos meternos en el jacuzzi después del partido.
Él fue dando varias explicaciones concatenadas, tan bien trabadas, que Marcy pareció una celosa tonta y se fueron a acostar reconciliados.

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