Al poco de la
conversación con el directivo de la Duxa Limited la llamó Nacho para invitarla
al cine y a cenar. No se habían vuelto a ver desde que Nacho supiera la
relación de su ex esposa y el directivo. Nunca había visto a Nacho tan
afectado.
Pero el aspecto
con el que encontró a su amigo fue bien diferente, se le veía relajado y
contento y la invitó a ver una película clásica de humor que hizo las delicias
de los dos. No pararon de reír todo el rato y después también, durante la cena,
recordando algunos lances cómicos de la cinta. No parecía querer hablar de lo
de su ex en absoluto.
Arreglados de
manera informal, tomaron carne a la brasa, deliciosa, en la terraza de un
restaurante del centro de Greda.
Con cautela,
Marcy sacó a colación la entrevista con el directivo de la Duxa.
Observó que él se
ponía a la defensiva nada más mencionarlo.
–¡Qué bueno el
elemento! Y encima pone mal a la gente, cuando él es el peor de todos. Así que
dice que hay espionaje empresarial ¿eh?, y que mi empresa sale beneficiada. ¡De
donde habrá sacado semejante idea!
Marcy se encogió
de hombros.
–Lo que le pasa
es que no le va bien el negocio y echa la culpa a los demás de sus propios
fallos. Oye, la información corre por todas partes, ¿eh?, salvo que nosotros,
en mi compañía, sabemos emplearla mejor.
Se repantigó
Nacho hacia atrás, satisfecho de su comida, y pidió café y una copa de licor
para cada uno.
–Pero, dejando
eso aparte, Marcy, ¿cómo te va con Manele?, no hablas nunca de ello.
Nacho jamás se
había metido en su matrimonio, pero aquella vez sacó a relucir el tema.
–Nacho, ¿qué te
voy a decir a ti?, después de los años nos hemos ido desencantando, los niños y
otras personas te van separando y al final, cuando te quieres dar cuenta, es
demasiado tarde.
Ni se le ocurrió
mencionar lo de los golpes, además, ya se le antojaba aquello tan pasado, que
hasta le parecía raro que alguna vez le hubiera ocurrido.
–¡Oye, Marcy!
¡Piénsatelo! A veces son baches que se pasan. Todos sabemos cómo es Manele, que
te ha descuidado, demasiado centrado en su trabajo, un poco como yo. Pero
podéis tener otra oportunidad.
Nacho prosiguió
su perorata.
–Tampoco puedes
culparlo a él de no ejercer tu carrera, eso ha sido culpa tuya.
Le llamó la
atención a Marcy que Nacho interviniera como consejero en su pareja, a la vista
de cómo le iba a él con la suya.
–¿La viste más
gorda?, ahora resulta que mi ex no para de llamarme; que me quiere, que por el
niño, que volvamos como antes…, estoy que no puedo creerlo.
–¿Qué le
contestaste tú?
–Yo la escucho,
por ahora, no voy a darle el sí, así a la primera. Si hace meritos…–sonrió
pícaro.
Marcy no entendía
el cambio de actitud de su amigo.
–Es que, oye, el
niño tira mucho y yo me lo estoy pensando. Tú debías hacer lo mismo. Además no
estáis separados, todavía estás a tiempo de rehacerlo todo y quitarte de
problemas, tenéis dos hijos.
–¡Ni hablar,
Nacho! ¡Ni hablar! –el tono alegre de Marcy se tornó áspero–. Mi decisión está
tomada y es firme. No volveré con él porque no estoy enamorada, así de
sencillo.
Ahora fue Nacho
quién tuvo que aguantarle a ella la matraca.
–He cometido
muchos errores. Como has dicho, he pasado años y años sin trabajar, escondida
detrás del gran hombre triunfador y de mis hijos, ¡pero eso ya se acabó!; ahora
trabajo, estudio, soy alguien por mí misma y eso no voy a perderlo para volver
al pasado.
Nacho la
escuchaba en silencio.
–He vivido en un
callejón sin salida, pero eso se acabó, con todas las consecuencias. Trabajaré
y seré madre de mis hijos, y si puedo, más adelante, me enamoraré, pero no volveré
con Manele.
Oyéndose a sí misma lo que estaba diciendo
se lo iba creyendo más y más. Cuando terminaron su charla notó que había
transpirado tanto que su camiseta estaba mojada como si hubiera hecho un
esfuerzo físico descomunal, y al levantarse para abandonar el local sintió su
cuerpo tan ligero como si le hubieran brotado alas en los pies.
No hay comentarios:
Publicar un comentario