Novela gratis online para leer por entregas.


martes, 23 de octubre de 2012

Marcy (65)



Los niños marcharon, como era costumbre, a un campamento organizado por el colegio en aquella época del año y Marcy, libre de cualquier traba por unos días, se determinó a aprovecharlos.
Llamó a Rafa para recuperar los apuntes de los días perdidos en el máster y quedaron en la Biblioteca de Greda, porque la facultad estaba cerrada. Su amigo le trajo todo el material fotocopiado y organizado a la perfección y ella lo guardó en su cartapacio. No le pasó por alto que él lucía un aspecto más cuidado de lo normal y que se había puesto un perfume que olía a bosque recién llovido.
No había otros compromisos de por medio, de manera que fueron a tomar una comida rápida y acudieron después a un café cercano, que presentaba cada tarde conciertos líricos.
Se acomodaron, algo fríos al principio por la novedad del encuentro, pero reanudaron pronto la conversación que habían interrumpido durante la cena.
–Señorita, yo no sabía…, yo no sabía eso, que…, que usted estaba separada –dijo él, todo azorado.
–Sí, Rafa; y no te creas, a mí también me cuesta acostumbrarme a la soledad.
Ella se tendió hacia atrás en el magnífico sofá de terciopelo verde tornasolado. Miró a Rafa de otra manera, con una breve fijeza, directa a lo ojos y la sensación de dominio la embriagó.
–Pero venga, no hablemos de cosas tristes. Estamos aquí y ahora, en compañía, ¡vivamos el momento! –dijo ella, convincente.
Rafa pareció confuso, inseguro.
Solicitaron al camarero unas copas de licor en hielo picado y, poco después, otras más de lo mismo. El local se fue ambientando y creciendo en clientela, cuando la cantante comenzó a desgranar sus gorgoritos, acompañada del piano.
La atmósfera se volvió mágica, libre de todo pesar, fluida, cálida, abierta.
Ella deslizó su mano sobre los hombros de él, se le acercó y depositó un beso en la parte trasera de su perfecto cuello. Notó la ansiedad contenida de Rafa, que permaneció inmóvil mientras permitía que los labios de ella actuaran cada vez más audaces.
Comprobó que le encantaba sacarle de sus casillas, descolocarlo, provocarlo.
Una pieza tras otra de la cantante y subía la tensión de la pareja que, sin palabras, progresaba en su intimidad. Rafa, ya partícipe activo, prodigaba abrasadoras caricias a su amiga mientras ella se recreaba en su seducción. Estaba a sus pies y podría hacer con él lo que quisiera.
Terminado el pase del concierto, se levantaron y avanzaron hacia la puerta del local y, tras un momento de indecisión, ella le propuso dar una vuelta por el Parque Central. Ya había anochecido y se dirigieron como autómatas hacia lo más retirado y oscuro para desatar su pasión recién nacida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario