Novela gratis online para leer por entregas.


martes, 22 de enero de 2013

Marcy (78)



Se acercaba la fecha del trabajo de investigación que le había ofertado el profesor del máster y debía asistir a la reunión conjunta con los colegas en la Universidad Internacional de Brexals.
Se le antojó irresistible la osadía de aprovechar el viaje para hacerle una visita a su marido.
Le pidió a Rafa que la acompañara como ayudante, y el bedel aceptó sin vacilación. En la facultad todos conocían ya su relación y no había nada que ocultar.
Pero a Román no le mencionó nada acerca de aquel viaje.
Concertó con su madre que los niños se quedaran en casa de ésta, a su cuidado, y se lanzó a los preparativos.
Tomó la precaución de adquirir un fármaco estimulante, no fuera a echar de menos la sustancia blanca, y llevó además sus somníferos.
Seleccionó de su vestuario la ropa más elegante y atrevida y compró la adecuada para Rafa. Reservó los vuelos y el hotel con la determinación de su anticipo de venganza.
Optó por un modelo color gris, de mil rayas, con falda corta y chaquetilla ajustada, que realzaba su espectacular silueta, su cabello suelto, leonado, enmarcaba su rostro aportándole un aire salvaje. Rafa vestía un traje de diseño en un sobrio gris oscuro y camisa blanca, con corbata rayada en colores vivos.
La pareja, cogida de la mano, avanzando por el hall del aeropuerto en dirección al embarque, presentaba un aspecto imponente. No cumplían en absoluto con la imagen de un par de estudiantes, parecían más bien dos ejecutivos de alto nivel o dos estrellas de cine en promoción de su último filme.
–Rafa, en cuanto lleguemos, antes de ir a la reunión, tenemos que hacer una visita.
–Se hará como usted diga, señorita. Estoy súper agradecido por todas las atenciones que está teniendo para conmigo y que no merezco de ninguna de las maneras.
Al poco de descender del avión los recién llegados tomaron un taxi en dirección al domicilio de su marido, cuyas señas llevaba escritas en el remite de la correspondencia que Manele le había enviado.
Se mantuvo en silencio, concentrada, esperando su momento con ansia.
Cuando llegó el taxi a la dirección indicada eran las tres de la tarde pasadas.
Entraron en un bar al otro lado de la calle. La cristalera le permitía divisar el portal y cierta amplitud de la vía. Sabía que el edificio, por su antigüedad no podía tener garaje.
Tomó dos comprimidos de Rapide con el café y pronto vio acercarse al inmueble a una pareja que se encaminaba decidida hacia la casa. “Son ellos, hay que salir a toda prisa”. Dejó varias monedas sobre la mesa y se dirigió a Rafa.
–Venga, tú sígueme a mí y no digas nada.
Tomaron cada uno su maletín de piel natural, y salieron para hacerse los encontradizos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario