–Sí, de pronto cambió el mercado y los
inversionistas pidieron su dinero y, ¡no lo había! Marcy, su señor marido la ha
utilizado a usted.
Luego, nada de nada de ayuda al desarrollo,
el plan de Manele era robar y punto, todo quedaba en algo tan prosaico. Qué
absurdo le pareció que ella estuviera allí a cuenta de la ambición de su
marido. Y como un cobarde, la ponía a ella por delante.
–Este señor, su esposo –continuó el
abogado–, ha esgrimido una serie de grabaciones donde usted aparece como
principal implicada en todo esto, Marcy. Le ha organizado una trampa y usted
sale hablando de la gestión de unos fondos. La situación está bien complicada.
–Yo voy a delatar a ese cerdo, caerá con
todas sus mentiras, ya lo verá.
–Pero se da el caso tan particular, Marcy,
de que los dos son empleados de la Duxa Limited. Y no nos interesan estos escándalos, como
puede comprender.
Ella rugió de rabia, levantándose de la
silla.
–Entonces puede que no sea usted la persona
que yo necesito –dijo ella, alzando la voz.
–Marcy, está alterada, tranquilícese,
porque queremos ayudarla. El director me lo ha encargado y lo haré, soy
especialista en delitos económicos.
Le explicó que había preparado una
estrategia con García durante el viaje. Éste, como experto contable que era, se
había ofrecido a actuar sobre las cuentas, mediante sus contactos con la banca
internacional, para modificarlas como fondos para el desarrollo; podría hacerlo
al momento, a través de internet.
–Yo prepararé un escrito comprometiéndonos
a devolver esos fondos a sus propietarios y confío en que el juzgado me lo
admitirá sin problemas. Tampoco los inversores quieren escándalos, quieren su
dinero y punto.
–¿Qué me quiere decir? ¿Qué mi defensa es
la misma que la de mi marido?
-De alguna forma sí. Ahora no es el momento
para sus rencillas, dese cuenta de esto. Si usted no colabora va a salir muy
perjudicada.
–No me lo puedo creer –dijo ella–. Tengo
las cartas que me enviaba y que le comprometen.
–Verá, Marcy estas estafas piramidales son
algo especial, es como una ludopatía, porque el que la organiza sabe que le van
a pillar. Va pagando algo a los inversores por una supuesta rentabilidad pero…,
se apropia del capital. Es como una gran mentira y, al final, el mentiroso cae.
Encima tenía que analizar y comprender a su
abusador como si padeciera alguna clase de enfermedad. “Es para volverse
loca”.
El letrado tomó su maletín y salió a toda
prisa a preparar la declaración, para presentarla al día siguiente, cuando
compareciesen ante el juzgado, sin darle a ella tiempo a hacerle más
objeciones.
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