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martes, 19 de marzo de 2013

Marcy (86)



Nacho puso música pop de la que adoraban en su época de estudiantes y comenzaron a ponerse al día. Hacía tiempo que no se habían visto y tenían mucho atrasado.
Él aplaudió los adelantos de ella en el máster.
–¿Lo viste? Macanudo ¡Bien por ti!
Siempre tan optimista, a Marcy en aquel momento le pareció un ingenuo.
Poco sabía Nacho de las otras cosas que estaban sucediendo.
No es que le preocupase que su amigo se enterara de su ligue con Rafa. A fin de cuentas, intuiría que ella estaba medio separada de Manele y que era libre como lo era él. Lo que Marcy temía es que se le escapara confesarle el asunto de Román, del juego, de la sustancia y del dinero, que ella mantenía oculto como en una olla a presión. 
A Nacho le parecería muy mal todo aquello.
Pero no logró mantener su secreto por más tiempo. Le dijo que su marido tenía una amante y comenzó con cautela a explicarle lo relativo al dinero que éste le enviaba y que entregaba a Román, ex pareja de la amante de su esposo.
–Nacho, yo estoy sorprendida por la faceta humanitaria de Manele…, siempre me había parecido más bien materialista. Mira, por mucha rabia que me dé, tengo que reconocerle el mérito.
Pero a Marcy quien le inquietaba de verdad era Román y volcó en Nacho, quien la escuchaba con atención, sus miedos.
–Estoy medio arrepentida de haberme involucrado con Román. Quiere vengarse de su pareja y va a echarlo todo a perder.
Nacho fue a su mesa de trabajo a revisar una base de datos en su ordenador. Después de la consulta levantó la vista con semblante sombrío.
–¡Cuidadito Marcy!  Éste es un pez gordo implicado en una estafa inmobiliaria hace unos años. Al final se resolvió a su favor, pero a mí me da mala espina por lo que veo aquí. Apártate de él, no sea que te complique en algún chanchullo, vete a saber en qué follones andará metido, ¿de acuerdo?
Marcy mantuvo silencio acerca de lo que sabía del negocio inmobiliario que en el pasado había compartido Román con su marido. Y sobre éste, quizá por no entrometerse en el matrimonio, Nacho no pronunció ni una sola palabra.
–Tú sabes bien que te tengo mucho cariño -dijo él mirando al suelo como si fuera un pensamiento en voz alta.
Se levantó en seguida a retirar el servicio de té y Marcy, con la disculpa de los niños, se despidió y se fue.
Pero no siguió de ninguna manera las indicaciones de Nacho.
No podía enfrentarse al hombre del cual dependía.
Estaba llevando un tren de vida al que no quería ni podía renunciar.
Durante días enteros dejaba apagado el móvil, por no atender las latosas llamadas de Rafa, que le traían evocaciones de su vida anterior, su empalagosa vida de estudiante y madre de familia, que ahora le parecía insulsa, absurda, llena de tontas obligaciones.
Incluso se avino a firmarle a Román, sin rechistar, los papeles de apertura de unas cuentas corrientes para depositar los fondos de Manele y también firmó un contrato para formar con él una sociedad que era conveniente para manejar el dinero con más eficacia, eso fue lo que le dijo el arquitecto, y ella le creyó.

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