Nacho puso música pop de la que adoraban en
su época de estudiantes y comenzaron a ponerse al día. Hacía tiempo que no se
habían visto y tenían mucho atrasado.
Él aplaudió los
adelantos de ella en el máster.
–¿Lo viste?
Macanudo ¡Bien por ti!
Siempre tan
optimista, a Marcy en aquel momento le pareció un ingenuo.
Poco sabía Nacho
de las otras cosas que estaban sucediendo.
No es que le
preocupase que su amigo se enterara de su ligue con Rafa. A fin de cuentas,
intuiría que ella estaba medio separada de Manele y que era libre como lo era
él. Lo que Marcy temía es que se le escapara confesarle el asunto de Román, del
juego, de la sustancia y del dinero, que ella mantenía oculto como en una olla
a presión.
A Nacho le
parecería muy mal todo aquello.
Pero no logró
mantener su secreto por más tiempo. Le dijo que su marido tenía una amante y
comenzó con cautela a explicarle lo relativo al dinero que éste le enviaba y
que entregaba a Román, ex pareja de la amante de su esposo.
–Nacho, yo estoy
sorprendida por la faceta humanitaria de Manele…, siempre me había parecido más
bien materialista. Mira, por mucha rabia que me dé, tengo que reconocerle el
mérito.
Pero a Marcy
quien le inquietaba de verdad era Román y volcó en Nacho, quien la escuchaba
con atención, sus miedos.
–Estoy medio
arrepentida de haberme involucrado con Román. Quiere vengarse de su pareja y va
a echarlo todo a perder.
Nacho fue a su
mesa de trabajo a revisar una base de datos en su ordenador. Después de la
consulta levantó la vista con semblante sombrío.
–¡Cuidadito
Marcy! Éste es un pez gordo implicado en
una estafa inmobiliaria hace unos años. Al final se resolvió a su favor, pero a
mí me da mala espina por lo que veo aquí. Apártate de él, no sea que te
complique en algún chanchullo, vete a saber en qué follones andará metido, ¿de
acuerdo?
Marcy mantuvo
silencio acerca de lo que sabía del negocio inmobiliario que en el pasado había
compartido Román con su marido. Y sobre éste, quizá por no entrometerse en el
matrimonio, Nacho no pronunció ni una sola palabra.
–Tú sabes bien
que te tengo mucho cariño -dijo él mirando al suelo como si fuera un
pensamiento en voz alta.
Se levantó en
seguida a retirar el servicio de té y Marcy, con la disculpa de los niños, se
despidió y se fue.
Pero no siguió de
ninguna manera las indicaciones de Nacho.
No podía
enfrentarse al hombre del cual dependía.
Estaba llevando
un tren de vida al que no quería ni podía renunciar.
Durante días
enteros dejaba apagado el móvil, por no atender las latosas llamadas de Rafa,
que le traían evocaciones de su vida anterior, su empalagosa vida de estudiante
y madre de familia, que ahora le parecía insulsa, absurda, llena de tontas
obligaciones.
Incluso se avino
a firmarle a Román, sin rechistar, los papeles de apertura de unas cuentas corrientes
para depositar los fondos de Manele y también firmó un contrato para formar con
él una sociedad que era conveniente para manejar el dinero con más eficacia,
eso fue lo que le dijo el arquitecto, y ella le creyó.
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