Ella no tenía mucho
apetito y sólo pidió un pequeño bocado de jamón y una bebida, él tomó su menú
habitual de cada día.
Marcy le recordó
alguna anécdota del fin de semana en el balneario, para romper el hielo.
Después él le dijo que le había sorprendido la invitación de Manele, que no
sabía si se atrevería a ir.
Marcy no pudo más
con su secreto y se sinceró con García.
–Yo ya sé que Román
te tiene bien pillado, no tienes porqué disimular conmigo.
El otro levantó la
vista hacia la cara de ella mientras Marcy continuaba.
–A mí también me
tiene igual ¿ah?, no te creas que me he librado.
–¿Cómo?
–Cuando me enteré
de que Manele se había liado con la pareja de Román pues yo me apoyé en él y
pasé un tiempo loco, un desfase total, y ahora me preocupa haber cometido algún
fallo gordo por firmar algunos documentos, ya lo sabes, tú los has visto.
–Sí, es que ese
Román es capaz de todo. Desde hace tiempo me dejaba dinero, cuando lo
necesitaba para lo de mi padre, y ahora me ofreció una pasta y tuve que
transigir. Es que le tengo hasta miedo.
Se interrumpió un
momento, parecía pensar en voz alta.
–Ahora lo malo va a
ser cuando Manele se entere del desvío de su dinero, me va a partir la cara.
–Pues mejor no
digas nada –le aconsejó Marcy.
–En fin, en cuanto
a lo que te interesa a ti –continuó él–, en efecto, sí que tienes algo de
motivo para preocuparte, porque toda esta gente siempre busca a algún figurante
para sus cuentas secretas, para que no les pillen a ellos con la pasta.
Marcy seguía sus
palabras con inquietud.
–Una de las últimas
operaciones es a nivel de ministros de La Unión. Algunos ya están detenidos y
todo, por quedarse con un porcentaje sustancioso de fondos públicos destinados
a mantenimiento de centros oficiales. Román está metido en eso también, todos
lo sabemos. Siempre necesitan gente anónima para que figure como titular de las
cuentas off shore.
Marcy no podía
creer lo que estaba oyendo.
–Si quieres
–continuó él–, puedo ver qué clase de cuentas son las que figuran a tu nombre.
Manele no es que me preocupe mucho, pero al Román, a ese sí le tengo miedo; se
sabe que es un Totale, como su padre, y con esa gente no se puede, si te
enfrentas te pueden dar una paliza o algo peor.
Los dos tenían pánico
al arquitecto.
–Yo también
necesito tu ayuda. He sido una loca tratando con ese tío.
–Haré lo que pueda;
en cuanto sepa algo, te lo digo.
–Bueno, pues ya nos
vemos el sábado.
Estaban ya los
camareros terminando de recoger los restos depositados sobre las mesas mientras
ellos se abstraían en su conversación.
Dejó a García, aun
sentado a la mesa terminando su postre.
Marcy se dio cuenta
en aquel momento de que ya no había vuelta atrás y que debía llegar al fondo de
aquel asunto.
Ese día, cuando
recogió a sus hijos del colegio, los estrechó entre sus brazos como si fueran a
arrebatárselos o como si fueran su única y segura tabla de salvación.
Cómo se arrepentía
de, en el pasado, por su inconsciencia, haber podido causar algún daño a sus
pequeños, que eran su razón de vivir.
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