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lunes, 24 de febrero de 2014

Marcy (135)


“Llámeme por teléfono en cuanto pueda”, rezaba la escueta nota que dejó en la recepción del Zeol Center para entregar al director de la Duxa Limited.
No había logrado reprimir las lágrimas después de aceptar su despido y vagó por las calles, dejándolas resbalar a través de sus mejillas, mientras aquellos primeros fríos azotaban su cara hasta dejarla insensible.
Volvió sobre sus pasos para tomar su vehículo del aparcamiento del Trass Building y se fue a la guardería.
Ya había pasado la hora de comer y los pequeños descansaban durante un buen rato.
Lucas, que acababa de traer a su hija al centro, estaba hablando con Arcadia. Nada más verles, las lágrimas volvieron a aflorar.
–No os preocupéis, que no es para tanto, sólo que me acaban de echar del trabajo. Menuda rabieta que traigo.
No tardó en recuperar la compostura para poder hablar tranquila y explicarles lo sucedido, mientras sus oyentes no pararon de animarla y proferir frases de rechazo contra los mandamases de Lank Corporate.
–Hizo muy bien, Marcy, esa gente no se la merecía –afirmó Arcadia.
–Totalmente –dijo Lucas–. Son unos sinvergüenzas. Si aquí tienes mucho trabajo, muchacha, para qué te hace falta esa gentuza.
Estaba tan abstraída escuchando las palabras de apoyo de sus amigos, que casi se le pasó la hora de salida de clase de sus hijos. Lucas se ofreció a acompañarla.
Podían ir a pie, porque el colegio estaba cerca.
Salieron los dos a buen paso, continuando con su charla. Ella se sintió pronto reconfortada.
–Es la ley de la selva, Marcy, no hay que tomárselo como algo personal.
–Pues no me lo esperaba. Ahora mi proyecto para La Unión se va a quedar parado. ¡Qué rabia me da!
Se le ocurrió, de sopetón, preguntarle si estaba metido en negocios con Román.
–Sí, trabajamos juntos, es un tipo influyente… Cerca de él corre la pasta, muchacha. Laura no me permitiría apartarme de él.
–Hace un tiempo, cuando Isabel lo dejó, yo tuve alguna amistad con él. Me ayudó mucho, la verdad, pero también me metió en problemas.
–¿Si? –preguntó Lucas.
–Yo tenía un dinero de Manele y por fastidiarle lo metí en unas cuentas de alta rentabilidad que me ofreció Román. Pero ahora ya no me atrevo ni a preguntarle por eso.
–Puedes estar tranquila, Román tiene contactos de lo mejor. Si él te lo aconsejó, será seguro lo más acertado. Yo llevo unos años con él y me ha ido de fábula. Y ahora, con el accidente de la niña, lo necesito más todavía.
A Marcy le trasmitió seguridad.
–Parece mentira, Lucas, pero yo con mi carrera y todo, no tenía ni idea de lo que era el mundo de la empresa. De un tiempo a esta parte veo que todo se me viene abajo.
–No exageres, muchacha, en todas partes ocurre igual. No veas tan raro lo que te pasó en Lank Corporate. Te interesa disculparte y volver, decir que te dio un ataque de nervios o algo así. Ahí podrías tener una gran oportunidad, no te lo tomes tan a pecho.
Lucas siguió hablando de una cosa y otra y le explicó que hacía bien poco que unos brokers habían armado un buen jaleo en los mercados vendiendo gran cantidad de títulos y recomprándolos después a bajo precio, habían dado un buen pelotazo.
Por eso había que saber dónde, cuándo y con quién estar en cada momento.
Ya en la puerta del colegio, Lucas se despidió de ella con dos besos y una abierta sonrisa en los labios. Lo miró, pensativa, mientras él volvía sobre sus pasos en dirección a la guardería. Él se dio la vuelta.
–¡Ya nos vemos el sábado!
–Sí, nos vemos –respondió ella.
Justo en ese momento sonó el teléfono móvil de Marcy, miró el número en la pantalla y vio que era el director de la Duxa Limited.
–Marcy, he recibido una nota suya esta mañana.
–Sí, gracias por llamarme, sólo era para saber si puede haber en la compañía trabajo para mí.
–¿Cómo dice?, pensé que usted ya estaba trabajando. Si he visto en la red unos proyectos suyos.
–Ya perdí ese empleo, por eso le llamo a usted.
–Vengase cuando quiera por aquí, mañana mismo si le viene bien.
Sintió como si el director de la Duxa, aun sin haberlo dicho, le hubiera hecho una promesa sobre algo realmente bueno que fuera a ocurrir, disipando la amargura de lo sucedido aquel día.



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