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lunes, 19 de mayo de 2014

Marcy (147)

Recibió, al fin, la aprobación de los proyectos que había presentado en la Oficina de Ayuda Humanitaria Internacional. En cuanto lo supo, llamó a Rafa por teléfono, loca de contenta.
–Claro, que tendré que ir pronto a Brexals para la firma, Rafa. Ahora sólo me hace falta un poco de suerte.
–La tendrá, señorita, es extraordinario….Volviendo a lo nuestro, he estado revisando los resultados de su empresa, únicamente voy a necesitar confirmar algunos datos, tendré que pasar por el jardín infantil…
El instinto de posesión sobre Rafa le volvió a jugar una mala pasada y tuvo que sobreponerse a sus tontos celos.
–…si me da usted su permiso, por descontado.
–Me parece bien, Rafa, vete tú mismo. Por la tarde, a última hora, es le mejor momento, yo ahora no tengo tiempo.
–Si hago esas comprobaciones y todo sale bien, esta misma semana puedo entregar el trabajo en la facultad, por orden de usted, si es que así lo prefiere usted, naturalmente.
–No sabes lo que te debo, Rafa.
–Quedara muy bien, eso se lo digo yo. Es el mejor de todos los trabajos.
–Es que no me lo creo, donde hemos llegado…
–Se dice que el que reciba el primer premio le van a ofrece un contrato de profesor interino en la casa. Así que, ¡cuente con ello!, abra huecos en su agenda.
–Eres mi ángel. ¡No sé qué habría sido de mí sin ti!
Y esas palabras la emocionaron tanto que ya no pudo decir nada más.
Después llamó a Arcadia para informarla del viaje.
Su empleada le dijo que no hacía falta que llamara a la canguro para que le atendiera a los niños durante su viaje, porque lo haría ella misma.
–Ya son mayorcitos, Marcy, tomarán la guagua y se vendrán aquí a la guarde conmigo. Cuando cierre, marchamos a su casa de usted y yo duermo allí con ellos. Todo arreglado.
Sólo demoraría dos días en la capital de La Unión para las firmas.
Y gracias a Rafa y a Arcadia podía irse tan tranquila.
Sacó el billete de ida y vuelta y se encaminó de buena mañana al aeropuerto para coger el avión. A las dos horas tomó tierra, desembarcó y se incorporó a la fila del control de policía, que se estaba demorando bastante a causa del temor a los ataques terroristas.
Los pasajeros estaban siendo chequeados de manera exhaustiva, incluso algunos eran conducidos a una salita cerrada para una examen más detallado.
Cuando llegó el turno de Marcy, el policía repitió su nombre por tres veces e introdujo sus datos en un ordenador.
–Miss Marcelina, tiene que pasar a la sala de control, la empleada la acompañará.
Estaba ya harta de tanta comprobación. La hicieron sentarse en un banco, a la espera de un nuevo control, cuando dos policías, un hombre y una mujer, se acercaron a ella y le ordenaron levantarse. Tras ellos, otro, que se identificó como inspector, se dirigió a ella llamándola por su nombre.
–Brigada de Delitos Económicos. Queda detenida por orden del juez. Está acusada de estafa, apropiación indebida y delito fiscal. Van a leerle sus derechos. Tendrá que acompañarnos.
No entendía nada, durante unos eternos segundos su cabeza dio vueltas sin orden ni concierto para encontrar algún sentido a lo que estaba sucediendo. Mientras, los policías le pedían que no opusiera resistencia, para que no fuera necesario utilizar las esposas.

Tenía que haber algún error, aquello no era posible.

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