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jueves, 6 de agosto de 2015

Marcy (209)


La compañía multinacional Duxa Limited, en concreto su división financiera, hervía en actividad asentada en el Trass Building, el que antes había ocupado su competidora, Lank Corporate, y costaba trabajo creer todos los percances que habían ocurrido a la vista de la pujanza y la normalidad con la que se había recuperado.
Marcy se había adaptado a la perfección, colocada el que había sido su antiguo despacho cuando trabajaba para Lank y, en el que en tiempos había pertenecido a Nacho, se había instalado el director de la Duxa.
Ella intentó volver a su rutina como si nada hubiera pasado, sin poder vencer del todo la inquietud por la visita de la tarde. Habían quedado para última hora, cuando se fuera todo el personal, en el despacho de Raúl. Trató de concentrarse en un nuevo proyecto de ayuda al desarrollo que se traía entre manos y realizó varias llamadas a la Oficina de Ayuda Humanitaria Internacional.
Hacía sólo unos pocos días que había ido, tan despreocupada, tan enamorada, acompañada de sus hijos, a la finca vinícola de su ex marido, con unas ideas innovadoras y decidida a meterse en el negocio del vino con su nueva pareja, cuando el hallazgo macabro de aquel tipo muerto había dado al traste con todo.
Iba a proponer a Manele destinar un espacio de la finca a cultivos experimentales para adaptar el viñedo a entornos desérticos. Estaba entusiasmada con ese proyecto cuando viajaron aquel día a la finca, lo encontraba factible, prometedor. Revisó el informe agrícola que había pedido al perito, un informe muy favorable. Sólo faltaba hacer los ensayos correspondientes y después intentarlo en el desierto, quizá en la misma aldea que había conocido.
Pero en aquel momento la prioridad era otra. Estaba impaciente.
A las ocho de la tarde todos los empleados empezaron a abandonar el edificio. Ella apartó sus papeles y se acercó a la ventana. Se veía a la gente muy pequeñita desde la planta treinta en la que se encontraba. Volvió a su escritorio.
Esperó sin paciencia, colocando nerviosa los objetos que tenía sobre la mesa de su despacho, primero de una manera y luego de otra.
La secretaria le anunció que había llegado la visita y salió a la puerta. Allí estaban Manele, su pareja y el enólogo.
Marcy indicó a la empleada que podía irse y los invitó a pasar al despacho de Raúl. Entraron y ella cerró la puerta con el pasador.


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