La compañía multinacional Duxa Limited, en
concreto su división financiera, hervía en actividad asentada en el Trass Building,
el que antes había ocupado su competidora, Lank Corporate, y costaba trabajo
creer todos los percances que habían ocurrido a la vista de la pujanza y la
normalidad con la que se había recuperado.
Marcy se había adaptado a la perfección,
colocada el que había sido su antiguo despacho cuando trabajaba para Lank y, en
el que en tiempos había pertenecido a Nacho, se había instalado el director de
la Duxa.
Ella intentó volver a su rutina como si
nada hubiera pasado, sin poder vencer del todo la inquietud por la visita de la
tarde. Habían quedado para última hora, cuando se fuera todo el personal, en el
despacho de Raúl. Trató de concentrarse en un nuevo proyecto de ayuda al desarrollo
que se traía entre manos y realizó varias llamadas a la Oficina de Ayuda
Humanitaria Internacional.
Hacía sólo unos pocos días que había ido,
tan despreocupada, tan enamorada, acompañada de sus hijos, a la finca vinícola
de su ex marido, con unas ideas innovadoras y decidida a meterse en el negocio
del vino con su nueva pareja, cuando el hallazgo macabro de aquel tipo muerto
había dado al traste con todo.
Iba a proponer a Manele destinar un espacio
de la finca a cultivos experimentales para adaptar el viñedo a entornos
desérticos. Estaba entusiasmada con ese proyecto cuando viajaron aquel día a la
finca, lo encontraba factible, prometedor. Revisó el informe agrícola que había
pedido al perito, un informe muy favorable. Sólo faltaba hacer los ensayos
correspondientes y después intentarlo en el desierto, quizá en la misma aldea
que había conocido.
Pero en aquel momento la prioridad era otra.
Estaba impaciente.
A las ocho de la tarde todos los empleados
empezaron a abandonar el edificio. Ella apartó sus papeles y se acercó a la
ventana. Se veía a la gente muy pequeñita desde la planta treinta en la que se
encontraba. Volvió a su escritorio.
Esperó sin paciencia, colocando nerviosa
los objetos que tenía sobre la mesa de su despacho, primero de una manera y
luego de otra.
La secretaria le anunció que había llegado
la visita y salió a la puerta. Allí estaban Manele, su pareja y el enólogo.
Marcy indicó a la empleada que podía irse y
los invitó a pasar al despacho de Raúl. Entraron y ella cerró la puerta con el
pasador.
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