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martes, 1 de noviembre de 2011

Marcy (6)




–¡Marcy! ¡Marcy!
Se giró para ver quien la llamaba y reconoció a Nacho, su antiguo compañero de la facultad. No había cambiado nada, tenía la misma facha de universitario, inquieto, simpático, con el que había compartido muchas horas de clases, de exámenes, de vida que se les abría por delante.  Desde aquella época no había vuelto a verle.
Porque, una vez finalizada la carrera, la vida les llevó por caminos bien diferentes.
Se actualizaron en minutos, hablando con la velocidad de los que tienen que recuperar mucho en poco tiempo.
–Ya ves, Nacho, después de tantos años sufriendo a los huesos de la facultad, me metí a ama de casa y madre, ¡fin de la historia! ¿Qué te parece? Una mujer convencional. Manele trabaja y viaja mucho y yo tengo que estar pendiente de los niños.
Le pasó por la mente una imagen de aquellos tiempos: la primera vez que vió a Manele entrando a clase, el primer curso, tan guapo que todas las chicas empezaron a murmurar. Se convirtió en el más destacado, el más popular, sacaba buenas calificaciones sin esfuerzo y tenía un porvenir brillante. Llevaba coche a la facultad, cuando la mayoría de estudiantes iban en autobús, y lucía ropa de marca y gafas de último modelo. Un niño bien, de buena familia.
Manele desataba pasiones y lo sabía, ella quedó enamorada ya el primer día que lo vio. Nada que ver con Nacho, un estudiante del montón, sólo un amigo.
El recién hallado miró a Marcy con entusiasmo y la sacó de su recuerdo.
–Por ti no pasa el tiempo, oye, una ama de casa, según dices, pero que muy, ¡muy atractiva!
El cumplido de un amigo, digno de ser pasado por alto.
–Tú, ¿qué tal? ¿Trabajas?
–En el trabajo me ha ido bien, estoy con los americanos en una multinacional, no puedo quejarme. Pero hace poco que me separé, tuve que dejar mi chalet de casado y comprarme un piso en la afueras, cerca de aquí, en Mazello, tengo un hijo…, es duro acostumbrarse…
Explicó a Marcy que trabajaba hacía poco en Lank Corporate, una mega empresa dedicada a la producción de tecnología, aunque su puesto concreto era en el departamento financiero, uno de los más potentes de la compañía.
–Entonces sabrás que Manele trabaja en la Duxa Limited, también en finanzas, ¿no?
–Por supuesto, Marcy, son nuestros principales competidores. Estamos como el perro y el gato, a ver cual saca el componente tecnológico más avanzado. El negocio es el negocio, pero juego limpio ¿eh?, competencia leal.
Marcy no recordaba que Manele le hubiera hablado de Nacho, quizá no sabía aún que se había metido en Lank Corporate, la recalcitrante rival de la Duxa.
–Pues a disfrutar de la vida de soltero. Mira tú por donde, que me tienes de vecina en Mazello.
–Pero qué bueno, ¡genial!
Nacho siempre tan alegre, de un optimismo contagioso
Los dos estaban concentrados en su charla particular, cuando las amigas, que esperaban a unos pasos de ellos, comenzaron a impacientarse.
–Marcy, ¡pesada! –le reclamó Isabel–, que se nos está haciendo tarde… ¡vamos a perder el autobús!
Despidió a Nacho con tanto por decir, que quedaron con ganas de más conversación.
–Oye, vivimos tan cerca que ya nos encontraremos por el pueblo… ¡Hasta pronto!
–¡Adiós, Nacho!, fue estupendo encontrarte otra vez.
Los dos amigos se despidieron con los besos de rigor y un apresurado revolotear de manos y miradas hacia atrás, mientras los engullía la muchedumbre de hora punta, que marchaba a todo gas por el Boulevard en dirección a su almuerzo.

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